Recuerdo perfectamente y con una amplia sonrisa la primera vez que probé una Super Duke, fue la 990 del año 2006. En aquella época las motos deportivas ya empezaban a perder fuelle en detrimento de las naked, una tendencia que ha ido a más dejando a las primeras en cifras ridículas de ventas y para un uso casi en exclusiva en circuito. Aquella 990 me marcó hasta el punto de que hace poco más de un año estuve a punto de comprar una unidad de segunda mano. Tenía “solo” 120 CV pero un par descomunal y un peso contenido, una moto efectiva y muy pero que muy divertida. Esos patrones se han perpetuado en el modelo Super Duke versión tras versión y no solo eso, se ha ido mucho más allá en cuanto a tecnología, seguridad y potencia. En cuanto a la estética, habla por sí sola.
KTM demuestra una vez más que sabe hacer motos deportivas, pero a diferencia de la competencia, donde normalmente la versión maxinaked es una superbike desnuda y con manillar, la Super Duke se desarrolla en exclusiva, no hay versión previa con carenado. De ahí que cada actualización se cuide al milímetro y sea más espectacular, si cabe. En esta versión 2020 el cambio más notorio reside en el nuevo chasis tubular, más rígido y ligero donde el motor forma parte de la estructura, un propulsor bicilíndrico en V con mejoras y por supuesto Euro 5. La tecnología aplicada a la asistencia a la conducción también mejora notablemente y esto es algo de suma importancia en una moto tan extrema. Empezamos.
Ángulos, curvas y demás
Quizá sean las tapas laterales del depósito uno de los rasgos que más destacan de la Super Duke, siempre lo han sido, pero en esta versión son exageradamente puntiagudos. En la firma naranja no dan puntada sin hilo y esta parte de la minúscula carrocería está estudiada para proteger las piernas del aire. Se nota perfectamente cuando vas deprisa cómo no molesta el aire en las piernas, en otras naked las piernas tienden a abrirse y aquí no, y menos mal por que se puede ir muy rápido. Las llantas, el basculante monobrazo, el escape o el minúsculo colín -rediseñado en esta versión- vienen a realzar esta radicalidad tan evidente de la Super Duke.
El asiento tiene un tamaño aceptable y un mullido cómodo para todo uso, un gran acierto. En cuanto al pasajero, está homologada para llevar a alguien detrás, de hecho tiene asiento y estribos, pero no es lo suyo a no ser que al que montes detrás no te caiga muy bien, en ese caso déjale un rato ahí. Curiosamente el motor no desprende demasiado calor en parado, y no será por tamaño sino por haberlo aislado de forma eficiente incluso estando tan a la vista.
Abrimos la jaula…
…Y soltamos a la bestia. Si hay un escenario donde poder sacar partido a la Super Duke es en una carretera de curvas. También te digo que pocas personas en este planeta tienen las suficientes manos para sacarle todo el partido a una moto de 177 CV -y prácticamente los mismos kilos- en carretera, en circuito a lo mejor.
La Super Duke monta la última evolución del legendario motor LC8, un V-Twin a 75 con 1.301 cc, la potencia antes mencionada y un par de 140Nm, una auténtica barbaridad. En esta versión se ha aligerado en peso y se utiliza como elemento portante y de torsión del chasis. Lo que se ha conseguido es un comportamiento perfecto sobre todo del tren delantero, transmite seguridad en todo momento y la agilidad por ejemplo en una serie de curvas enlazadas es descomunal. Tan ágil es que parece que en cualquier momento vas a perder la rueda delantera, pero no, va por donde tú quieres con una nobleza y una efectividad digna de cualquier moto deportiva del más alto nivel. De hecho una de las cosas que me he quedado con muchas ganas de probar es cómo va esta Super Duke en circuito, se me erizan los pelos sólo de imaginarlo.
Cambio al modo Sport y las aperturas de gas son claramente más bruscas, aquí tienes el motor disponible en todo su esplendor de potencia y par. La aceleración es sencillamente brutal. Abres gas, empiezas a subir marchas y todo pasa muy deprisa a tu alrededor, honestamente cuesta mucho mantenerse en los márgenes legales en cuanto a límites de velocidad. Luego llegas a una curva, tumbas a placer y su comportamiento es tan impecable que sin darte cuenta vas cada vez más deprisa. Las suspensiones trabajan de forma eficiente, absorben los baches de tal moto que los hacen en muchas ocasiones imperceptibles. De ahí que no se entienda muy bien porqué vibran tanto los retrovisores a cierta velocidad.
Conclusión y valoración
En muchas ocasiones a los probadores, la gente nos afea que siempre hablemos bien de las motos que probamos, y no les falta razón. Por lo general las motos en la actualidad cuyo precio esté por encima de los 8.000 euros siempre van bien. Pero en este caso, ¿qué se puede decir malo de la Super Duke? Pues hay una cosa: es imposible ir despacio. El planteamiento del motor y sus reacciones unido a la excepcional parte ciclo hacen muy difícil contener los ánimos. Eso le hace perder puntos por ejemplo en un uso diario. Es una moto desarrollada para ir deprisa y experimentar sensaciones. La sensación de prudencia no está entre ellas. Otra cosa no tan buena es que su precio está casi rozando la barrera psicológica de los 20.000 euros y no digo que no los valga, sino que se escapa al alcance de muchos bolsillos
La Super Duke rivaliza en un segmento que constituye la élite en cuanto a motos deportivas en la actualidad. Hablamos de hipernaked como la BMW S 1000 R, Aprilia Tuono V4 1100 o Ducati Streetfighter V4, por dar algunos nombres. Curiosamente es la única bilíndrica y está muy en la línea de sus rivales a todos los niveles. En el mundo de las dos ruedas en general y en el segmento maxi naked en particular cuando algo parece que es inmejorable o no se puede ir más allá, acaba llegando el “más difícil todavía”. ¿Qué será lo próximo?
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