En ciudades como Seúl, los repartidores recorren callejones y edificios de departamentos, entregando comida, paquetes e incluso comestibles a los clientes en tiempo récord. Con calles estrechas y tráfico denso, las motos suelen ser la forma más rápida y práctica de desplazarse.

Pero toda esa comodidad tiene un precio. Las motocicletas de gasolina, especialmente los modelos más antiguos y pequeños, son sorprendentemente contaminantes. De acuerdo con con el Ministerio de Medio Ambiente de Corea del Sur, un scooter de gasolina pequeño de 50 cc puede emitir hasta 279 veces más hidrocarburos que un coche de la misma antigüedad. Si a eso le sumamos el incremento de las quejas por ruido (que aumentaron casi un 80% entre 2022 y 2023), nos deja claro que algo tiene que cambiar.

Ante ello, el Ministerio lanzó recientemente un proyecto de investigación de ocho meses para evaluar si la modernización de motocicletas existentes, con sistemas de propulsión eléctricos, podría ser una opción viable. No se trata de implementar una nueva política, sino más bien de sentar las bases para proyectos futuros.

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Este tipo de razonamiento tiene mucho sentido. Si bien Corea del Sur ha estado subvencionando nuevas motocicletas eléctricas desde 2018, su adopción aún no ha despegado del todo. En 2023, se colocaron menos de 8,200 motocicletas eléctricas, tan solo el 28.5% del objetivo original del gobierno. Para contextualizar, el objetivo a largo plazo sigue siendo reemplazar las motocicletas de gasolina en segmentos clave, como el reparto a domicilio, pero, comprensiblemente, los plazos han cambiado.

Las motos eléctricas no se han popularizado en este país porque la mayoría de las motos eléctricas económicas ofrecen entre 64 y 80 kilómetros con una carga, lo cual no es suficiente para quienes las usan tiempo completo, pues suelen recorrer más de 96 kilómetros al día. Además, está el tema del costo, ya que los altos precios de venta y las limitadas opciones de carga dificultan la venta de nuevas motos eléctricas.

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Y es justo ahí donde entran en juego las conversiones. En lugar de desechar una moto que funciona perfectamente, ¿por qué no cambiar su motor de combustión por uno eléctrico y la batería? La idea no es nueva, y varias empresas de todo el mundo ya lo están haciendo.

Las propias empresas coreanas están empezando a explorar un territorio similar. Startups locales como BlueWing Motors colaboran con socios del sudeste asiático para ampliar las soluciones de conversión a vehículos eléctricos, mientras que la infraestructura de intercambio de baterías de empresas como LG Energy Solution podría ayudar a resolver el problema de la autonomía, especialmente en ciudades densas donde el espacio es escaso.

La modernización no sólo ayuda a reducir las emisiones, sino que también disminuye los residuos que genera la destrucción de miles de motos a gasolina en buen estado. Por ahora, todas las miradas están puestas en el estudio del Ministerio. Si las cifras son coherentes, Corea del Sur podría impulsar la próxima gran ola de movilidad eléctrica de dos ruedas reinventando lo que ya está en circulación.