La historia de Arai es fascinante, pues pasaron de fabricar sombreros a convertirse en uno de los más importantes de cascos del mundo y todo gracias a la experiencia personal de Hirokate Arai, su fundador. Tras varias caídas desplazándose con su moto decidió crear cascos para él y para sus amigos y, a partir de ese momento, fue cuando nació la firma de cascos que hoy conocemos.
En todos estos años Arai ha ido formando y dejando su huella de calidad y no es casual, porque los cascos del fabricante japonés son una obra de arte. Y es que el proceso de fabricación sigue siendo a mano hoy en día. Desde la carcasa externa, que se moldea a mano, hasta el proceso de pintura o embalaje se llevan a cabo de esta manera y todo ello antes de pasar por las inspecciones después de cada fase, en las que se revisan que todo se apegue a sus estrictas normas de calidad.
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En las siete décadas de vida de Arai, la firma ha ido evolucionando los materiales disponibles, pero la producción sigue siendo meticulosa y, posteriormente, pasa diferentes pruebas de ajuste. Muestra de ello es la instalación del EPS de la carcasa interior de cada casco, que necesita una colocación milimétrica y que solamente lo instalan técnicos certificados de la marca.
Al fin y al cabo, Arai protege la parte más delicada del cuerpo humano y los impactos que puede recibir el casco no pueden terminar en la cabeza. La energía del impacto y cómo desviarla fuera de la cabeza es uno de los grandes puntos en los que se centra el fabricante y por eso han enfocado sus investigaciones en perfeccionar su carcasa, buscando que sea más redondeada, lisa y resistente que la mayoría para, de esta manera, desviar la energía del impacto.
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Pero la dedicación de Arai no está exclusivamente destinada a la seguridad, pues también los acabados son importantes para el fabricante japonés y por eso los cortes de la ventilación se hacen con láser, mientras que cada pieza se instala manualmente y el decorado también se coloca manualmente, antes de pasar por el acabado final de pasar por los estrictos controles de calidad a los que se enfrenta cada unidad. Solamente con esta mezcla de tradición, innovación, artesanía y tecnologías punteras se consiguen producir los que son considerados por la mayoría como los mejores cascos de moto del mundo.