La decisión de Triumph de incursionar hacia la baja cilindrada, con su nueva generación de 400 cc, es un acontecimiento de suma importancia, pues es una maniobra que siempre conlleva sus riesgos, sobre todo cuando tienes el prestigio de Triumph, algo que se tiene que mantener intacto a pesar de entrar en un terreno mucho más popular y con otros estándares radicalmente diferentes a los segmentos en los que se encuentra tan bien asentada. Una maniobra audaz, sin duda, para lo cual Triumph echó mano de una alianza estratégica muy importante que mantiene con la compañía india Bajaj.

El resultado ya está aquí y lo probamos en su presentación internacional, celebrada en Valencia. Se trata de una doble jugada, pues aparte de la Scrambler 400 X, también se desarrolló sobre la misma base la roadster Speed ​​​​400. Sin embargo, los cambios son significativos para que cada una muestre una personalidad propia y depurada, por lo que tenemos ante nosotros una scrambler que tiene todo el ADN de una moto bajo esta denominación.

Una Scrambler hecha al pie de la letra

Rines de 19 pulgadas, neumáticos mixtos Metzeler Karoo Street, más recorrido de suspensiones, asiento más alto (835 mm), manubrio más ancho y elevado, e incluso un escape que emite un sonido más grave. Además, también tiene un disco de freno más grande, que pasa de 300 mm a 320 mm. Hay otro detalle específico que llama la atención: el manubrio tiene una barra de refuerzo con protección que lleva el logo de Triumph, y un elemento fundamental en su filosofía es el hecho de que, tanto el ABS como el control de tracción son desconectables, para Ofrecer una conducción fuera del asfalto más segura, eficaz y divertida.

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El apartado estético no decepciona: parece una Scrambler 1200 o 900 a escala por lo bien que se ha reproducido su estilo. Cuenta con cubremanetas de serie, protector del faro, protector del radiador, así como un asiento con acolchado clásico y dividido en dos plazas, que le sienta a la perfección. Además ofrece un elemento que va a mejorar la conducción, como el embrague antirrebote asistido. Es una moto realmente bien equipada para el segmento de precio en el que se integra. Se anuncia un peso de 179 kilos con todos los líquidos.

El motor monocilíndrico es exactamente idéntico al de su hermana, la Speed ​​400. Se ha desarrollado exprofeso y rinde una potencia máxima de 40 hp a las 8.500 revoluciones. Es de moderna concepción y eso propicia a que el consumo anunciado supere los 28 km/l. Es una moto con muy manufactura, a pesar de que entre ejes solo mide 1.41 metros, siendo algo más larga que su hermana. Por eso nos parece más apropiado para personas más altas, pues se sentirán más cómodos. Por cierto, equipa posa pies preparados para retirar la goma con facilidad y así poder agarrar mejor con la bota al dentado metálico donde es fácil retirar el lodo.

En marcha

La postura cambia y estamos ante una moto en la que vas más erguido gracias al manubrio alto, con las piernas menos flexionadas que en la Speed ​​400. Una posición cómoda y relajada, perfecta para una moto scrambler. Rápidamente me percaté de que la conducción era diferente, ya que no se mostraba tan ágil en los movimientos respecto a su hermana , en parte por un centro de gravedad más alto y también debido al manillar más ancho. Aun así, reacciona con docilidad a nuestras órdenes y tampoco se puede decir que se mostró torpe en curvas.

El motor es un gran complemento para su actitud y peso, pues se mostró competente en todo momento, con buen tacto, ya que tiene acelerador electrónico. Empuja bien desde abajo y tiene un medio régimen sabroso en el que rinde realmente bien. Y es que de los 37,5 Nm de par que se anuncian, los encontramos ya a partir de las 3.000 vueltas. Esto hace que, en terrenos sinuosos, con la tercera marcha, pudiera hacer casi todo el trabajo   salvo cuando había que estirar un poco a la cuarta o en los giros muy cerrados a segunda. Esta marcha, junto con la primera, son muy cortas y su utilidad es limitada en un escenario así.

Por cierto, muy buen trabajo el de la caja de velocidades, suave y preciso en todo momento, algo que se agradece mucho en cualquier circunstancia, el cual se apoya por un embrague antirrebote que funciona realmente bien. Me pareció ideal la ubicación de los retrovisores, aunque vibraban un poco. De hecho, el motor transmite vibraciones, como buen monocilíndrico, y se nota también en los posa pies a partir de las 6,000 vueltas.

Esta Triumph Scrambler 400 X me estaba resultando francamente divertida, porque puedes ir alegre y te da cierto margen en conducción animada , ya que las suspensiones y los frenos trabajan de forma correcta, en armonía. En cuanto a esa horquilla invertida en el frente, con barras de 43 mm, tiene una puesta a punto suave y un recorrido de 150 mm, pero reaccionaba con la suficiente consistencia cuando retrasamos un poco la frenada antes de la entrada de las curvas.

fuera del asfalto

Nos internamos en un tramo off road, una pista sencilla pero donde apreciamos la rueda de 19 pulgadas, el dibujo mixto de las gomas y el hecho de poder desconectar el ABS y el control de tracción. Me puse de pie aprovechando lo bien planteada que está la ergonomía, al menos para mi estatura. Esto me dio juego para derrapar un poco y disfrutar de la tracción que proporcionaban los neumáticos Metzeler. Aquí, la configuración de la horquilla y ese poco más de recorrido me resultaron muy apropiados para desenvolverme bien en este terreno suelto, deslizante e irregular.

Además, en marchas largas el motor es más progresivo y esto me ayudaba a dosificar mejor la aceleración sin llegar a dar tirones, ya que el torque lo encontramos desde bajas vueltas, algo muy adcuado en este escenario. Desde luego que no es una moto enfocada 100 por ciento al off road, sin embargo, permite enfrentar este tipo de escenarios con mucho control. Regresamos a la carretera no sin antes volver a conectar el control de tracción y el ABS, para disfrutar de nuevo del resto de la ruta. Eso es lo bueno de tener una moto como esta, que te ofrece esas dos personalidades y en ambas se defiende con solvencia.

valoración

Tras esta prueba, no muy extensa pero sí lo suficientemente intensa, pudimos comprobar que la Triumph Scrambler 400 X es un producto bien resuelto sin lagunas importantes. Alguna vibración de más a altas rpm o palancas que no son regulables no empañan un equipamiento muy completo para los estándares de esta categoría y para el precio al que se ofrece.  Por cierto, la instrumentación no es completamente digital, ya que el velocímetro es analógico pero, encaja bien en esa filosofía neo-retro tan depurada que pocas marcas como Triumph son capaces de desplegar.

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129,990 pesos es una cifra muy bien planteada para una moto que ofrece un comportamiento bueno en líneas generales y arropada con un estilo del que pocas motos pueden presumir por ese precio. Triumph ha arriesgado pero ha acertado al poner en juego una moto atractiva y con un abanico de público muy variado.